Colección: Artículos publicados | Publicación original: Medium | Imagen: Jorge Plaza Bárcena.

 

En el valle de Caderechas el ‘monte’ ha supuesto un medio tradicional de vida para sus habitantes, con múltiples y variados aprovechamientos: forestales, cinegéticos, recolectores, ganaderos, etc. En este artículo hacemos un recorrido general por ellos a lo largo del tiempo.

 


 

 

INDICE

 

1. Actividades forestales

2. Recursos silvestres

3. Apicultura tradicional

4. Caza y pesca

5. Pastos y ganado

El monte de repoblación es el gran dominador del paisaje de Las Caderechas, en el extremo Noroeste de la comarca burgalesa de La Bureba; destacando por encima de las manchas de bosque autóctono que permanece latente en las zonas más agrestes y que resurge con vitalidad en los fondos de los valles.

En común con otras áreas próximas, el bosque natural de Las Caderechas se ha visto también acorralado por la repoblación masiva de ‘pino resinero’ o pino rodeno (Pinus pinaster) llevada a cabo a lo largo del siglo XX, con el fin de explotar los muchos aprovechamientos industriales de la miera de resina y de su masa maderera.

 

Panorámica desde las proximidades del paraje de ‘San Vitores’ (Oña, Burgos).

 

La caída de la rentabilidad en la explotación de la resina de pino, sufrida en las últimas décadas del siglo pasado, hizo desaparecer completamente la actividad extractiva en la zona; dando la oportunidad a las especies autóctonas de recuperar parte de los espacios perdidos, en beneficio de la riqueza y equilibrio del ecosistema en su conjunto.

 

El bosque primario, de tipo ‘templado, mixto’, estaba compuesto en su estado natural por diversas especies de árboles y matorrales, tales como: encina, quejigo, rebollo, carrasca, pino silvestre, madroño, serbal, avellano, etc.

 

1. Actividades forestales

 

La explotación forestal es uno de los principales recursos históricos de los pueblos de Las Caderechas, que en otro tiempo supuso el medio de vida de una parte importante de sus habitantes: resineros, rozadores, leñadores, aserradores, transportistas, guardas forestales, etc; del mismo modo que la principal fuente de ingresos para los concejos locales.

 

explotación de la resina

Después de cuatro décadas de completo abandono de la actividad, se ha intentado retomar el aprovechamiento de la resina de pino, otorgándose nuevas adjudicaciones para su explotación; por otro lado, sin mucho éxito.

La razón para esta tentativa la encontramos en el repunte en el valor de la resina, como consecuencia de las fluctuaciones del precio del petróleo y de la inestabilidad de las importaciones desde China y Brasil, los grandes productores mundiales, orientados ahora a la venta del producto ya procesado.

 

Cuencos de barro para la recogida de la resina, en el proceso de ‘sangrado’.

 

En la localidad de Oña existe actualmente una instalación museística dedicada a la explotación tradicional de esta materia. El ‘Museo de la resina’ se sitúa en la torre de San Juan y en ella puede encontrarse información detallada y materiales originales que permiten aproximarse al entorno forestal, a los trabajos de explotación y a sus distintos aprovechamientos.

 

Algunos de los derivados que se obtienen de la ‘resina’ vegetal son: la colofonia, el aguarrás natural y la trementina; siendo las industrias química, farmacéutica, alimentaria y papelera sus principales destinatarias.

 

A principios del siglo XX, la ‘Unión Resinera Española, SA’ instaló una fábrica en Oña, la cual disponía en 1929 de un alambique a vapor que trataba -por entonces- unas 720 toneladas de miera de resina. Empleaba para lograrlo numerosa mano de obra de la zona, siendo necesario importar trabajadores especializados provenientes de lugares como el Valle del Tiétar (Ávila).

 

industria maderera y otras

Otro de los grandes recursos que se obtienen de la explotación forestal proviene de los aprovechamientos madereros. Así por un lado, mediante la tala programada de ‘pino’, se suministra materia noble para diversos usos, como: muebles, láminas, vigas, tablero aglomerado, contrachapado, pasta de papel, pellet...

Por otro, se encuentran las provisiones de biomasa resultante de los restos de las grandes talas forestales, de las piñas y de las ‘rozas’ o limpias periódicas de especies de monte bajo. Este último material, además de entrañar un grave peligro para la subsistencia del propio monte, permite también obtener de él otros aprovechamientos, tales como: leña, compostaje y combustible para la generación eléctrica.

 

Tala programada en los montes de Las Caderechas (Quintanaopio, Burgos).

 

Décadas atrás, esta era una actividad económica muy importante en el valle de Caderechas que competía “de tú a tú” (si no superaba) al cultivo de frutales. Pueblos como Quintanaopio acogieron 2 aserraderos al mismo tiempo, realizándose anualmente subastas públicas que engordaban las arcas municipales y permitían el reparto (el día de la fiesta mayor) de una generosa paga a todos sus vecinos.

En Padrones de Bureba existía otro importante aserradero, conocido popularmente como “la fábrica”, del que se conserva parte de la maquinaria utilizada en sus instalaciones. En la entrada del pueblo puede hoy visitarse la locomóvil con la que se movían las sierras de corte, alimentada con leña y desperdicios procedentes de las propias talas.

 

Locomóvil adaptada para uso industrial, Padrones de Bureba (Burgos).

 

2. Recursos silvestres

 

La explotación de los recursos forestales -además de repercusión en lo económico- trae consigo innumerables ventajas medioambientales, como la prevención de incendios forestales, la generación de espacios abiertos de tránsito para la fauna y (sobre todo) la proliferación en sus suelos de numerosas especies silvestres.

 

micología

Entre los recursos silvestres disponibles en los montes y bosques de Las Caderechas, resulta familiar toparse -a lo largo del año- con gran variedad de hongos y setas, como por ejemplo: negrilla, pardilla, galamperna, níscalo, cantarelus, suillus y colmenilla, así como (en menor medida, también) setas de cardo, pie azul, platera, carrerilla, boletus, etc.

Consecuencia de la gran masa forestal existente, el protagonista sin discusión en esta zona es el ‘níscalo’ (Lactarius deliciosus). Ello se debe, no solamente a su alto valor culinario (dos tenedores), sino a la gran trascendencia económica que en otro tiempo éstos tuvieron en la economía local.

Durante un largo período del siglo XX, se contabilizaron por toneladas las cantidades que de esta preciada seta se embarcaron anualmente camino de los mercados barceloneses, donde los ‘níscalos’ (conocidos allí como “rovellons”) son piezas altamente valoradas y codiciadas.

 

Ejemplares de níscalo (Lactarius deliciosus), en los pinares de Las Caderechas.

 

frutos y plantas silvestres

Además de los anteriores recursos, también tenemos el aprovechamiento que se hace de los frutos silvestres provenientes de distintas especies de árboles y arbustos, como por ejemplo: moras, endrinas, escaramujos, majuelas, enebrinas y jerbas; que admiten tanto su consumo en crudo como procesado, elaborándose con ellos ricas confituras y licores (entre otros).

Así encontramos también un gran número de plantas aromáticas y medicinales, tales como: tomillo, orégano, brezo, espliego o lavanda, brecina, manzanilla, té de roca, retama negra, cardo mariano y diente de León; que pueden ser bien aprovechadas por sus conocidas y beneficiosas cualidades.

 

Enclavado entre dos áreas bioclimáticas diferenciadas, el bosque de Las Caderechas es especialmente rico en ‘frutos’ y ‘plantas’ que son utilizadas con propósitos diversos: culinario, balsámico, aromático, espiritoso, etc.

 

De izqd. a dch. y de arriba hacia abajo: endrinas (Prunus spinosa), moras (Rubus ulmifolius), jerbas (Sorbus acuparia), cornijuelos (Amelanchier ovalis), majuelas (Crataegus monogyma), escaramujos (Rosa canina).

 

3. Apicultura tradicional

 

Son precisamente las especies silvestres, de las que acabamos de hablar, las que proveen de polen a las abejas melíferas (Apis mellifera) para elaborar con él distinto tipo de miel natural. La más habitual y conocida es la miel de brezo o miel de calluna, pero también existen otras variedades, como: miel de tomillo, miel de espliego, miel de bosque o rocío de miel y miel de diente de león.

No demasiado tiempo atrás, era habitual encontrarse con colmenas alojadas en los lugares más insospechados y muy próximos al hombre, aquí llamadas “dujos”. Normalmente se componían de un cajón de madera o del simple tronco de un árbol hueco, en el que se introducía un cesto de caña para su mejor manejo.

 

Los “dujos” se empotraban preferentemente en los muros de algún edificio auxiliar, tipo cuadra o almacén; aunque podían verse también en las fachadas de las viviendas. En ocasiones, se agrupaban varios de ellos en una misma construcción levantada ex profeso, formando “hornilleras”.

 

“Dujo” sobre la fachada de un edificio (Padrones de Bureba, Burgos).

 

Posteriormente, con la llegada de la enfermedad de la ‘varroasis’ (provocada por el ácaro de la varroa) se abandonaron las prácticas más tradicionales, pasando a la cría en colmenas prefabricadas que hoy conocemos. Situadas obligatoriamente fuera de las poblaciones, las nuevas técnicas mejoraron ostensiblemente la producción e hicieron más cómoda la tarea de recogida.

 

La ‘apicultura’ es un aprovechamiento perfectamente armonioso y beneficioso para el medio natural, debido al importante papel polinizador que desempeñan las abejas; más si cabe en un entorno frutícola como Las Caderechas.

 

En el pasado la cría de abejas supuso un suplemento alimenticio más que añadir a la escueta dieta disponible. Hoy en día, además del posible beneficio económico que con ella pueda lograrse, resulta un medio sin parangón de conservación de la diversidad biológica en beneficio del mantenimiento del ecosistema y del resto de actividades económicas que de él penden.

 

Campo con colmenas en una de las localidades del valle de Caderechas.

 

4. Caza y pesca

 

Los recursos cinegéticos se gestionan en Las Caderechas mediante “cotos” de titularidad pública, los cuales son adjudicados mediante subasta a promotores privados que se encargan de su gestión y explotación.

En estos espacios se cobran especialmente piezas de caza mayor, como el corzo (Capreolus capreolus) y el jabalí (Sus scrofa), que sirven de principal reclamo para los amantes de esta disciplina. Dentro de las especies menores, predomina la caza de la paloma torcaz (Columba palumbus) y de la tórtola común (Streptopelia turtur).

 

Panorámica del río Vadillo a su paso por el paraje de los “riscos” (Quintanaopio, Burgos).

 

Muy abundante en otros tiempos, la pesca en esta zona se encuentra actualmente vedada en su práctica totalidad, siendo autorizada únicamente en “tramos libres” de los cercanos ríos Oca y Homino. En ellos pueden encontrarse especies como la trucha común (Salmo trutta) y el cangrejo, tanto rojo como de señal (Procambarus clarkii y P. leniusculus).

 

5. Pastos y ganado

 

Los aprovechamientos de los montes de titularidad pública para pastos siempre han estado en relación con la ganadería extensiva. Su composición vegetal, basada principalmente en especies de monte bajo, les ha hecho tradicionalmente apropiados para cabañas de ganado bobino y caprino; como se ya recogía en el “Diccionario de Madoz”, a mediados del s. XIX.

Prácticamente hoy desaparecida, el mantenimiento de esta modalidad ganadera ayudaría a mantener limpios los montes de la zona, evitando así su paulatina degradación y previniendo de posibles incendios. No obstante, resulta cotidiano, al caminar por los caminos, toparse aún con postes y alambradas que delimitan los espacios otrora reservados para esta actividad.

 

Monte de Utilidad Pública, en el término de Cantabrana (Burgos).

 

Tradicionalmente, la ganadería suponía una actividad complementaria de la economía familiar, junto con otros aprovechamientos anteriormente vistos; que se sumaban a los pobres rendimientos de la agricultura de subsistencia y del cultivo de frutales en pequeñas parcelas.

 

Las vacas y los bueyes aportaban la fuerza para el trabajo agrícola de los campos, mientras que las cabras cubrían necesidades alimenticias de carne y leche; surtiendo también convenientemente de crías para su venta.

 

Los concejos locales contrataban pastores para realizar las labores diarias, normalmente uno para el ganado bovino y otro para el caprino. Éstos recogían, despuntando el alba, al ganado de los vecinos y lo llevaban, agrupados en rebaños, por caminos y veredas a pastar a los montes públicos de la localidad.

 


 

 

Texto y fotografías:

Jorge Plaza Bárcena

Fuentes:

“Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar (1845–1850)”, Madoz, Pascual (consulta: Biblioteca Digital de Castilla y León).

Otras fuentes y agradecimientos:

Al buen saber de las gentes, ¡gracias!

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