Colección: Artículos publicados | Publicación original: Medium | Imagen: Jorge Plaza Bárcena.

 

El territorio físico de Las Caderechas es una gran depresión, localizada en el extremo Norte de la cuenca de la Bureba y conformada por la sucesión de distintos valles. Su situación de tránsito, entre las áreas mediterránea y atlántica, le confiere un valor natural y paisajístico de especial relevancia.

 


 

 

INDICE

 

1. El entorno físico

2. El medio natural

3. Un espacio singular

Algunos de los principales valores con los que cuenta el valle burgalés de Las Caderechas (Castilla y León, España) son el importante medio natural que conserva y su enorme atractivo paisajístico.

Testimonio de ese gran valor medioambiental es la inclusión de la mayor parte de su área dentro de la red europea de espacios ‘Natura 2000, con la designación de LIC (lugar de importancia comunitaria) y de ZEPA (zona de especial protección para las aves).

 

1. El entorno físico

 

El territorio de Las Caderechas (al Noroeste de la comarca de La Bureba) es una sucesión de distintos valles interconectados, formados por la erosión sistemática de la plataforma tabular (plana) de la paramera. En esta acción intervienen múltiples corrientes fluviales que, provenientes de Los Altos y de La Bureba, buscaban -cada una en su momento y a su manera- una vía lógica de evacuación.

Ese mismo alivio natural lo encuentran los actuales torrentes y ríos en el angosto ‘desfiladero del Oca’, labrado conjuntamente con la ayuda del burebano río Homino, en un breve y accidentado recorrido que confluye finalmente en el Ebro.

 

Colindante a éste se localiza el Parque Natural de Montes Obarenes-San Zadornil, el cual destaca por el buen número de rapaces, así como gran variedad de especies arbóreas que alberga; consecuencia también de su especial situación biogeográfica intermedia.

 

Mapa físico de Las Caderechas y del ‘Parque Natural de Montes Obarenes-San Zadornil’ (en verde).

 

La erosión permanente de las paredes calcáreas exteriores del ‘Páramo de Masa’ acabó conformando una peculiar depresión, a modo de gran meandro fluvial, que conocemos hoy como Valle de Caderechas. Este mismo fenómeno, replicado en la vertiente Norte por el río Ebro, continua aún modelando la Sierra de Tablones (1248 m.) que le separa del vecino valle de Valdivielso.

Los suelos de mayor dureza y antigüedad del valle permanecen aún erguidos y alineados como testigos de este proceso geológico, siendo El Mazo (1035 m.), Castilviejo (1079 m.) y Peña Alborto (979 m.) las elevaciones más destacadas del mismo. Este ‘sistema central’ de cumbres suponen la prolongación del mismo fenómeno alpino que hizo aparecer a sus hermanos, los Montes Obarenes.

 

Vista del pico ‘Castilviejo’ y ‘Peña Alborto’, desde la cima de ‘El Mazo’ (1035 m).

 

Las cimas montañosas, en otro tiempo sinclinales y ahora colgadas, permiten la contemplación del entorno como excepcionales observatorios naturales. Desde ellas se dominan los adyacentes Montes Obarenes, gran parte de la fértil llanura burebana y el sector más occidental de los campos de La Rioja, con la Sierra de la Demanda y Ezcaray como inconfundible telón de fondo.

 

En el lado opuesto, se extienden las tierras elevadas y agrestes del ‘Páramo de Masa’, desde la localidad de Poza de la Sal hasta su pérdida en la línea del horizonte, camino de la comarca de ‘Las Loras’.

 

Desde la cumbre de la Sierra de Tablones (máxima elevación del valle) puede obtenerse una privilegiada panorámica de la Sierra de Tesla y del valle de Valdivielso; así como de una parte de la comarca de Las Merindades y sus límites con el País Vasco y Cantabria (Sierra de Arcena, Montes de la Peña, Macizo de Lunada y Castro Valnera, alineados de Este a Oeste).

 

‘Sierra de Tablones’, desde las proximidades de Ojeda (Burgos).

 

2. El medio natural

 

La especial orografía del terreno ha dejado al descubierto grandes paredes rocosas, formando multitud de peñas y desfiladeros (llamados también “hoces” o “riscos”), en cuyas cavidades y entornos boscosos han establecido sus nidos un gran número de aves.

Aquí encontramos especies como: herrerillo (Parus caeruleus), carbonero (Parus major), paloma torcaz (Columba palumbus), abubilla (Upupa epops), mochuelo (Athene noctua); así como rapaces, tales como: buitre leonado (Gyps fulvus), halcón peregrino (Falco peregrinus), águila real y perdicera (Aquila chrysaetos y A.fasciata).

 

El programa internacional IBA (Important Bird Area) incluye gran parte del territorio de Las Caderechas dentro del espacio denominado ‘Sierras de Oña y La Tesla’, como área de especial importancia para la conservación de las aves y la biodiversidad.

 

Sus bosques y montes son el hogar también de otras tantas especies de fauna terrestre, donde cohabitan: corzo (Capreolus capreolus), jabalí (Sus scrofa), zorro (Vulpes vulpes), ardilla (Sciurus vulgaris), gato montés (Felis silvestris), garduña (Martes foina), tejón o tasugo (Meles meles), entre otros; quienes reciben ocasionalmente la visita del lobo ibérico (Canis lupus signatus).

 

Vistas del valle, desde las proximidades de Huéspeda (Burgos).

 

El bosque mediterráneo es aquí el gran dominador, con especies arboreas silvestres como: encina (Quercus ilex), quejigo (Quercus faginea), rebollo o melojo (Quercus pyrenaica), roble albar (Quercus petraea), carballo o roble común (Quercus robur), carrasca o coscoja (Quercus coccifera), pino negro y albar (Pinus nigra y P.sylvestris), madroño (Arbutus unedo), serbal de cazadores (Sorbus aucuparia), enebros (Juniperus communis y J.oxycedrus), acebo (Ilex aquifolium)… y así un largo etcétera.

 

Otras especies silvestres abundantes -asociadas también al bosque- son los preciados hongos y setas, gran variedad de frutos silvestres e innumerables tipos de plantas, entre ellas muchas con cualidades aromáticas y medicinales.

 

No obstante, en Las Caderechas (como en otras zonas del Norte de la provincia) el protagonismo ha sido arrebatado abruptamente por el monte de repoblación; debido a la plantación sistemática y programada de especies foráneas, como el ‘pino resinero’ o rodeno (Pinus pinaster) con un rendimiento basado en el aprovechamiento de su madera y resina.

 

Ribera de curso bajo, del río Caderechano (Cantabrana, Burgos).

 

Con el abandono de la actividad resinera en las últimas décadas, el bosque autóctono ha vuelto a recobrar cierta pujanza; muy especialmente en las zonas bajas del valle, próximas a los ríos y arroyos, donde proliferan especies como: avellano (Corylus avellana), nogal (Juglans regia), álamo negro (Populus nigra), olmo (Ulmus minor) o el sauce blanco (Salix alba); formando modestos, pero ricos y vistosos ‘bosques de ribera’.

 

3. Un espacio singular

 

La suma y combinación de los elementos expuestos, junto con otros no mencionados, son los grandes atributos que confieren al territorio de Las Caderechas de un valor natural y paisajístico tan reseñable.

El perfil montañoso y su singular orografía dan origen a abundantes surgencias y corrientes de agua que cicatrizan y siguen esculpiendo su paisaje. Mientras, la gran masa forestal de monte de repoblación y las reservas de bosque autóctono sirven de cobijo a la rica flora y fauna local, con un buen número de especies conviviendo en estado natural.

 

Floración de los frutales en Las Caderechas (Burgos).

 

Por último señalar que los terrenos reservados aquí por sus habitantes a los cultivos frutales y productos de huerta, por contraste con el paisaje natural y forestal que les rodea, muestran un vibrante colorido y un irresistible atractivo del que pocos logran escaparse.

 


 

 

Texto y fotografías:

 

Jorge Plaza Bárcena

 

Fuentes y agradecimientos:

 

Al buen saber de las gentes, ¡gracias!

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